UN VERSO DE MAR GENEROSO
San Vicente es un
verso de mar generoso. Hábitat y refugio de fauna
marina que con su fondo natural de
abrigo, permitió y ha permitido crecimiento
y desarrollo de su caleta con continuada
diversidad productiva de especies aún vivientes en su mar, recurso sustentable para el
consumo humano. Donde además, se genera
trabajo para el pescador, mariscador,
puestos de ventas, comercio ambulante y gran movimiento dedicado al mundo empresarial de exportación y venta de productos extraídos en lanchas y botes, exhibidos a su llegada de anclajes a espera de público visitante.
El bullicio de las aves en la bahía
es estridente con hermosos planeos
extendidos que para conseguir su preciado alimento,
juntan sus alas,
realizando en la vertical
acrobáticas zambullidas. Un
espectáculo para la visión humana que transita el costado de esa zona portuaria
en quehaceres cotidianos de compras o
simplemente, de un paseo organizado e interconexión con otros lugares del
puerto. A clemencia del tiempo el
horario de trabajo es permanente para el
pescador de red en el devenir decurso navegante millas
afuera. Es impresionante encontrar su rada totalmente poblada de barcos
a espera de la función laboral o de un permitido descanso. Su gente de mar obrera
es la encargada de realizar la estiba de recepción y carga de embarque
a otros continentes vía destino desde
esa puerta al mundo, bajo salpicada brisa risueña de lluvia y terral que despeina al paso de la ribera. Sus bancos de choros gozan de un pasado relevante referido a la extracción y
consumo para degustación turística
pasada con desbordante comercialización
dentro de la Región del Biobío y propios ciudadanos del puerto. He aquí, la
resonancia con adopción del gentilicio “chorero”, anal de su historia. Al
avance del tiempo debido a la sobreexplotación y continuos derrames de petróleo, sufrió en su agonía de
tránsito grosero, sumada a la contaminación del producto luminoso negro. Sus locos y
jaibas de las pinzas largas ante su
total extinción, lograron emigrar a Isla
Mocha. Hoy es sólo un libro de registro; Juan Bautista Pastenes, legado de su descubrimiento.
El puerto de atraque que
entumece es un concierto de sonidos
ondulatorios en cada avance y retroceso de las mareas que
empujan a cientos de boyas flotantes plumíferas, mientras algunos lobos respiran en su avance mendigando alimento de peces desechados. El viento ligero rebota en el vértice de un cerro, como réplica
de invierno gris atormentado. La gente que
transita se escude en la fábula para consumir pescados frescos del día u
apetitosos platos de mariscales fríos y
calientes, principal consumo renovador
después de un largo carrete
trasnochado y en recuperación de la virilidad potente. Esto no es un mito chilote, siempre está
presente en cada puerto de Chile. La opinión del pescador es elocuente.
Talcahuano, muestra belleza desde lo más alto en su privilegio de tener dos bahías en la
mirada agrupada de colinas que iluminan la noche. Mostrador y candil de su pueblo que goza y dispone de oxígeno
pulmonar limpio disipado entre
trayectoria y laderas de sus cerros a distancia del plano
con observancia más allá a un horizonte de faro.
Su exuberancia extendida no
es ajena a tributo del otro pueblo renunciado al gentilicio talcahuino. En
ocurrencia arbitraria de alcance absolutista municipal de la orden imperante
le era fácil crear nuevas fuentes de trabajos de
absoluta conveniencia partidista para crecimiento político gobernante de turno, repartiéndose el fundo territorial
de Chile. El gobierno de la Concertación
necesitaba una alcaldía para
Partido por la Democracia PPD, dando nacimiento a la Comuna Hualpén, sin miramiento y respecto de
acontecimientos y legados históricos del
Primer Puerto Militar de Chile; de sus próceres, abuelos ilustres, ya
fallecidos. Una actitud imprudente
e irrespetuosa, porque la soberanía
reside en el pueblo para elegir sus gobernantes con recuento de votos en las
urnas. Soberanía sustentable en la conveniencia de un llamado a
plebiscito ante cualquier división territorial en el país que afecte a los ciudadanos contribuyentes de su suelo
compartido con un mismo gentilicio. Es
una falacia usar el concepto “Centralista” para arrogarse el derecho de dividir
una comuna ante pésimas gestiones ediles que causen daño al bien común
ciudadano que comparten legados afines en tradición de larga historia, fuera
del gasto económico de lo que ello significa
en su costo para el país. El concepto descentralización en lo formal es
tomado desde el centro de donde se gobierna. Claro como Chile es un país demasiado largo de loca geografía y en
defensas de sus regiones corresponde
descentralizar y desconcentrarlo. No así, equivocadamente, por capricho
político hacerlo. Tal cual como sucedió con la división territorial de Talcahuano,
pilar otrora geográfico importante en
defensa de la obtención de la independencia
de Chile. Hay que respetar el derecho de soberanía en futuros proyectos establecidos sobre la
base de seriedad absoluta de quien o quienes lo proponen y ser
un real beneficio colectivo necesario,
en la paz y hermandad de todos. En nueva
legislación es de esperar se confirme la
decisión democrática mediante un llamado
a plebiscito y se dé termino a cualquier partidismo de interés ilícito. En el
ejemplo tomado respecto a división de Chillán, el arbitrio fue loable
conservando el nombre de las dos nuevas comunas colindantes en su historia y
costumbres con el nombre de Chillán Viejo y Chillán Nuevo. En justicia
correspondería rebautizar a Hualpén por Talcahuano del Biobío y en el límite de ambas comunas se abracen los
ciudadanos “choreros” con el mismo himno
de su Cielo Tronador. Es tarde para destacar, pero es bueno recordar
que la soberanía reside en el pueblo y
que en decisiones de esta índole se debe acudir a la votación de un plebiscito,
sin intervención de
partidismo político acomodado a sus propios intereses y con cualquiera otra comunidad que se pretenda
hacer lo mismo.
La vida no es perpetua, sólo registra lo memorial. Es bueno retrotraerse al
año 1856 donde asumió Don Juan de Dios Corazao, investido en el cargo de primer
alcalde de Talcahuano y de mencionar a los más recientes ilustres ediles ante
la imposición de dividir su territorio: a José Mercedes Chandía, Patricio
González Sánchez, Luis Macera Dellarossa, Ramón Carrasco Saavedra, Marcelo
Muñoz, quienes del más allá no tuvieron la voz interlocutora para defender la
integridad territorial del puerto.
El tributo se expresa en sabiduría del aprendizaje al alcance de hitos
pasados a disposición de momentos oportunos y de querer hacerlo recurriendo al
diccionario recopilatorio de la masa cerebral.
Dicen que el vino apaga la
sed y el frío. Con un salud escondido enfrente a esta bahía mi inspiro para
ensalzar presencia pasada del hombre submarino que en maniobra intrépida
descendía las aguas salinas poco profundas al paisaje de algas y de rocas
oxidadas abrazando su frío con la foto de hermandad marinera, desde la lancha
anclada sobre el fondeadero. Su principal misión de antaño asumía labores de
reparación de buques y en su memoria debía siempre recordar el estado de la
embarcación para nuevas inmersiones. Desmontar bajo el agua máquinas y motores,
romper cadenas, planchas y rocas. Practicar soldaduras autógenas y efectuar
trabajos nocturnos, si era posible sin obstáculo de visibilidad limpia del
manto líquido exploratorio, se podía sumergir hasta veinte metros y más, de
acuerdo a su experiencia e equipo
auxiliar sostenido desde una lancha u embarcación similar.
La indumentaria requería de dos
camisas, dos pares de medias gruesas, calzoncillos largos y un gorro. Un traje
impermeable de lana y goma; un coselete
o peto de cobre que pesaba siete kilos. Los contrapesos de treinta y
cuatro kilos y a la escafandra iban conectado un teléfono o una especie de
campana por la que se comunicaba con la embarcación para ser ascendido cuando
lo solicitara. Una manguera por la cual transitaba el oxígeno procedente de un
compresor. La lancha iba provista de una cámara de descompresión en la que, en
caso de accidente, se sometía al buzo a la presión que se estaba trabajando. En los países desarrollados con
todos estos equipos la operación no era tan riesgosa. Pero, en nuestro país, se
corrían mayores riesgos por falta de un control más adecuado de
infraestructura. La vida laboral de los buzos no solía ser de muy larga y a los 45 años gozaban,
voluntariamente, a situación de retiro.
A ello seguía una vejez prematura con enfermedades al pulmón, artritis y
corazón, etc…Estos profesionales de antaño debieran estar en nuestra memoria
colectiva y recordarlos con sentido homenaje de gesta épica en la docencia actual
del hombre rana o como se llame.
Hoy la presencia del hombre
en un mar extendido en travesía y trabajo, sería un mundo largo y ajeno para el buzo del
siglo veintiuno. Su valentía siempre estuvo evaluada de sobrevivir a un
lamentable accidente de funesta consecuencia de hasta rendir su vida en un
cementerio anclado en su fondo de barcos chatarras. Vaya mi sentido tributo
poético para el buzo chileno en remembranza
de Juan Pangue González, “chorero” por adopción, quien desde una fosa
marina ascendió hasta el reino del cielo. Que algún poeta piadoso y sabio, edite
en su tumba un epitafio. Verso de viejo, verso de joven bajo presencia sin mudo
lenguaje.
UN ABRAZO EN LA SIMA.
Sin canto de amanecer de
gallos
a ritmo calmoso garbo
entre glóbulos respirados fríos,
en
escafandra atado a su
guía;
el
buzo, relumbrante iba:
a recónditos de naves hundidas.
No era un gorro de lana
bordado.
Era cobre que en su cabeza calzaba,
como un capacho
de casco cerrado;
calzados de cuero, plantillas de plomo.
El atavío pesado sostenía,
en su esplendidez
ya conocida.
De mi memoria de niño recuerdo:
Lo que Juan, me dijo aquel día…
No hay que bucear en medio del río,
ribetear sus
sombras de arenas
movedizas del fango suelo.
Otear la carga, encorva la espalda.
Naturaleza declama en su
rotación solar,
su
visión generosa acuática a su redor;
de observancia sensible, salada y voraz.
Indeleble en su acento de evolución a la vida.
Páginas de olas y rimas
en
libro del mar
que abraza y enreda en su luz al andar.
Es seguro
volver a la mar
sin apnea
para la retenida memoria,
bien alado
e Insuflado en la travesía.
Tocar la flauta que está de moda;
fascinar a un pez en su aleteada,
en su rubor
de poesía y
ganas.
Las estrellas en el fondo se engalanan,
olvidando la tiniebla de sus ojos
donde el mar toca suelo y
besa la roca;
alza flora en fotosíntesis a luz superficie.
Sobre sima que a la usanza ellas habitan;
nace especie a la muga de los peces.
Es un verso de la existencia escondida,
de abismos
flotantes bajo el manto;
fosa
profunda visible de cara pálida.
Paraje de
misterio en cada encuentro;
siembra plancton con huiros al viento:
rica savia
de su mundo espectro.
Hay falacia de historia en
su canto marcial:
El mar, el mar, el mar, volverán…
Siempre Chile ha limitado su
norte con Perú.
A Tocopilla, Antofagasta y Mejillones:
“nuestros buzos soberanos
iban a mariscar”…
Es un canto de aleluyas a la par
e histórico genial e inmortal
que dos buzos chilenos en hallazgo,
se abrazaran en el fondo del mar.
El recodo es lugar de testigo.
Será un hito memorial de su
gente:
en Chile hermoso, paraje tan largo,
fauna y flora geográfica austral.
El abrazo reflotará a visión
de cielo,
alas extendidas con trinos y
posadas;
una boya emergerá con loas de bandera
en Quinteros a la cuadra de Los Vilos.
Su leyenda: “un abrazo en la
sima,”
perfumado en ambiente de
sal,
será ofrenda
en cada primavera:
con gloria
en toda la
mar chilena.
Pero fue posible y cierto el
abrazo en un recodo del mar. Un buzo
sureño desguazador de barcos zozobrados
en una tarde primaveral de cielo limpio, caminando a paso lento como un
robot, entre los puertos de Quintero y Los Vilos, sorprendido de tantas
burbujas caminó al encuentro del buzo
mariscador que laboraba en la extracción de locos, apreciado molusco de
habitual consumo en restaurantes chilenos. En el encuentro inédito bajo el mar
compartieron su alegría con un abrazo
efusivo en nuestro mar largo y
extendido que tranquilo nos baña. Fuente información, entre otras. Diario
electrónico El Observador, martes 06 Diciembre 2011. Quillota-Chile.
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