Nombre: Eduardo Bustos Alister
Ubicación: Santiago, Metropolitana, Chile

Periodista, escritor.

  • Versión en Ingles/ English version
  • lunes, noviembre 12, 2018

    UN VERSO DE MAR GENEROSO

     



    San Vicente  es  un verso  de mar generoso. Hábitat  y  refugio    de   fauna marina  que con su fondo natural de abrigo, permitió y ha permitido crecimiento y desarrollo de su caleta con  continuada   diversidad  productiva  de    especies aún vivientes  en su mar, recurso sustentable para el consumo humano. Donde  además, se genera trabajo para el  pescador, mariscador, puestos de ventas, comercio ambulante  y  gran movimiento dedicado al  mundo empresarial de  exportación y venta de  productos extraídos en lanchas y  botes, exhibidos  a su llegada de anclajes  a espera de  público visitante.

    El bullicio de las aves  en la bahía  es  estridente  con  hermosos planeos  extendidos que para conseguir su preciado  alimento,  juntan   sus alas,  realizando en la vertical   acrobáticas  zambullidas. Un espectáculo para la visión humana que transita el costado de esa zona portuaria en  quehaceres cotidianos de compras o simplemente, de un paseo organizado e interconexión con otros lugares del puerto. A clemencia del tiempo  el horario de trabajo es permanente  para el pescador de red  en el  devenir decurso navegante  millas  afuera. Es impresionante encontrar su rada totalmente poblada de barcos a espera de la función laboral o de un permitido descanso. Su gente de mar obrera es la encargada de realizar la estiba de recepción  y carga  de embarque  a otros continentes vía destino desde  esa puerta al mundo, bajo  salpicada brisa risueña  de lluvia y terral que despeina  al paso de la ribera. Sus bancos de choros  gozan de  un pasado relevante referido a la extracción y consumo para degustación  turística pasada con  desbordante comercialización dentro de la Región del Biobío y propios ciudadanos del puerto. He aquí, la resonancia con adopción del gentilicio “chorero”, anal de su historia. Al avance  del tiempo debido a la  sobreexplotación y continuos  derrames de petróleo, sufrió en su agonía de tránsito grosero, sumada a la contaminación  del producto luminoso negro. Sus locos y jaibas  de las pinzas largas ante su total extinción, lograron emigrar  a Isla Mocha. Hoy es sólo un libro de registro; Juan Bautista Pastenes, legado de  su descubrimiento.

    El puerto de atraque que entumece es un concierto de   sonidos ondulatorios   en cada avance y retroceso de las mareas que empujan a cientos de boyas flotantes plumíferas, mientras  algunos lobos  respiran en su avance mendigando  alimento de peces desechados. El viento  ligero  rebota en el vértice de un cerro, como réplica de invierno gris atormentado. La gente que  transita se escude en la fábula para consumir pescados frescos del día u apetitosos platos de  mariscales fríos y calientes, principal consumo renovador  después de un  largo carrete trasnochado  y  en recuperación  de la virilidad potente.  Esto no es un mito chilote, siempre está presente en cada puerto de Chile. La opinión del pescador es elocuente.

    Talcahuano, muestra  belleza desde lo más alto  en su privilegio de tener dos bahías en la mirada  agrupada de  colinas que iluminan la  noche. Mostrador y candil  de su pueblo que goza y dispone de oxígeno pulmonar limpio disipado entre  trayectoria  y  laderas de sus cerros a distancia del plano con  observancia  más  allá  a  un  horizonte  de  faro.

    Su exuberancia extendida no es ajena a tributo del otro pueblo renunciado al gentilicio talcahuino. En ocurrencia  arbitraria de alcance  absolutista municipal de la orden   imperante  le  era  fácil crear nuevas fuentes de trabajos de absoluta conveniencia partidista para crecimiento político gobernante  de turno, repartiéndose el fundo territorial de Chile. El gobierno de la Concertación   necesitaba  una alcaldía para Partido por la Democracia PPD, dando nacimiento a la Comuna  Hualpén, sin miramiento y respecto de acontecimientos y  legados históricos del Primer Puerto Militar de Chile; de sus próceres, abuelos ilustres, ya fallecidos. Una actitud  imprudente e  irrespetuosa, porque la soberanía reside en el pueblo para elegir sus gobernantes con recuento de votos en las urnas.  Soberanía  sustentable en la conveniencia de un llamado a plebiscito ante cualquier división territorial en el país que afecte  a los ciudadanos contribuyentes de su suelo compartido  con un mismo gentilicio. Es una falacia usar el concepto “Centralista” para arrogarse el derecho de dividir una comuna ante  pésimas  gestiones ediles que causen daño al bien común ciudadano que comparten legados afines en tradición de larga historia, fuera del gasto económico de lo que ello significa  en su costo para el país. El concepto descentralización en lo formal es tomado desde el centro de donde se gobierna. Claro como Chile es  un país demasiado largo de loca geografía y en defensas de sus regiones  corresponde descentralizar y desconcentrarlo. No así, equivocadamente, por capricho político hacerlo. Tal cual como sucedió con la división territorial de Talcahuano, pilar otrora  geográfico importante en defensa de la obtención de  la independencia de Chile. Hay que respetar el derecho de soberanía  en futuros proyectos establecidos sobre la base de seriedad absoluta de quien o quienes lo proponen  y  ser un real beneficio colectivo  necesario, en la paz y hermandad de todos.  En nueva legislación es de esperar se confirme  la decisión democrática mediante  un llamado a plebiscito y se dé termino a cualquier partidismo de interés ilícito. En el ejemplo tomado respecto a división de Chillán, el arbitrio fue loable conservando el nombre de las dos nuevas comunas colindantes en su historia y costumbres con el nombre de Chillán Viejo y Chillán Nuevo. En justicia correspondería rebautizar a Hualpén por Talcahuano del Biobío y en el  límite de ambas comunas se abracen los ciudadanos “choreros”  con el mismo himno de su  Cielo Tronador.  Es tarde para destacar, pero es bueno recordar que la soberanía reside en el pueblo  y que en decisiones de esta índole se debe acudir a la votación de un plebiscito, sin  intervención  de  partidismo político acomodado a sus propios intereses   y  con cualquiera otra comunidad que se pretenda hacer lo mismo.

     La vida no es perpetua, sólo  registra lo memorial. Es bueno retrotraerse al año 1856 donde asumió Don Juan de Dios Corazao, investido en el cargo de primer alcalde de Talcahuano y de mencionar a los más recientes ilustres ediles ante la imposición de dividir su territorio: a José Mercedes Chandía, Patricio González Sánchez, Luis Macera Dellarossa, Ramón Carrasco Saavedra, Marcelo Muñoz, quienes del más allá no tuvieron la voz interlocutora para defender la integridad territorial del puerto.
    El tributo se expresa en  sabiduría del aprendizaje al alcance de hitos pasados a disposición de momentos oportunos y de querer hacerlo recurriendo al diccionario recopilatorio de la masa cerebral.

    Dicen que el vino apaga la sed y el frío. Con un salud escondido enfrente a esta bahía mi inspiro para ensalzar presencia pasada del hombre submarino que en maniobra intrépida descendía las aguas salinas poco profundas al paisaje de algas y de rocas oxidadas abrazando su frío con la foto de hermandad marinera, desde la lancha anclada sobre el fondeadero. Su principal misión de antaño asumía labores de reparación de buques y en su memoria debía siempre recordar el estado de la embarcación para nuevas inmersiones. Desmontar bajo el agua máquinas y motores, romper cadenas, planchas y rocas. Practicar soldaduras autógenas y efectuar trabajos nocturnos, si era posible sin obstáculo de visibilidad limpia del manto líquido exploratorio, se podía sumergir hasta veinte metros y más, de acuerdo a su experiencia  e equipo auxiliar sostenido desde una lancha u embarcación similar.

    La indumentaria requería de dos camisas, dos pares de medias gruesas, calzoncillos largos y un gorro. Un traje impermeable de lana y goma; un coselete  o peto de cobre que pesaba siete kilos. Los contrapesos de treinta y cuatro kilos y a la escafandra iban conectado un teléfono o una especie de campana por la que se comunicaba con la embarcación para ser ascendido cuando lo solicitara. Una manguera por la cual transitaba el oxígeno procedente de un compresor. La lancha iba provista de una cámara de descompresión en la que, en caso de accidente, se sometía al buzo a la presión que se estaba  trabajando. En los países desarrollados con todos estos equipos la operación no era tan riesgosa. Pero, en nuestro país, se corrían mayores riesgos por falta de un control más adecuado de infraestructura. La vida laboral de los buzos no solía ser de  muy larga y a los 45 años gozaban, voluntariamente, a  situación de retiro. A ello seguía una vejez prematura con enfermedades al pulmón, artritis y corazón, etc…Estos profesionales de antaño debieran estar en nuestra memoria colectiva y recordarlos con sentido homenaje de gesta épica  en la docencia  actual  del hombre rana o como se llame.

    Hoy la presencia del hombre en un mar extendido en travesía y trabajo, sería   un mundo largo y ajeno para el buzo del siglo veintiuno. Su valentía siempre estuvo evaluada de sobrevivir a un lamentable accidente de funesta consecuencia de hasta rendir su vida en un cementerio anclado en su fondo de barcos chatarras. Vaya mi sentido tributo poético para el buzo chileno  en remembranza  de Juan Pangue González, “chorero” por adopción, quien desde una fosa marina ascendió hasta el reino del cielo. Que algún poeta piadoso y sabio, edite en su tumba un epitafio. Verso de viejo, verso de joven bajo presencia sin mudo lenguaje.



    UN ABRAZO EN LA SIMA.

    Sin canto de amanecer de gallos
    a     ritmo   calmoso   garbo
    entre  glóbulos respirados  fríos,    
    en  escafandra  atado a  su  guía;
    el   buzo,   relumbrante    iba:
    a  recónditos  de  naves  hundidas.

    No  era  un  gorro de  lana  bordado.
    Era  cobre que  en su cabeza calzaba,
    como  un  capacho  de  casco  cerrado;
    calzados  de   cuero,  plantillas  de plomo.
    El   atavío   pesado    sostenía,
    en  su   esplendidez   ya  conocida.

    De mi memoria de  niño recuerdo:
    Lo  que  Juan, me  dijo  aquel  día…
    No  hay que bucear en  medio del río,
    ribetear  sus  sombras  de  arenas
    movedizas   del   fango   suelo.
    Otear  la  carga,  encorva la  espalda.

     Naturaleza declama  en  su rotación solar,
    su visión   generosa  acuática  a  su  redor;
    de  observancia  sensible,  salada  y  voraz.
    Indeleble en  su  acento de evolución a la vida.
    Páginas  de  olas  y  rimas  en  libro  del  mar
    que  abraza  y   enreda  en  su  luz  al  andar.

    Es  seguro    volver  a  la  mar
    sin  apnea  para la  retenida memoria,
    bien  alado e  Insuflado  en  la  travesía.
    Tocar la  flauta que está  de moda;
    fascinar  a   un  pez  en  su  aleteada,
    en  su  rubor  de   poesía  y  ganas.

    Las estrellas en el  fondo se engalanan,
    olvidando  la   tiniebla  de   sus  ojos
    donde el mar toca  suelo y  besa  la  roca;
    alza    flora  en  fotosíntesis  luz  superficie.
    Sobre   sima  que a la usanza ellas habitan;
    nace  especie  a  la   muga  de  los  peces. 

    Es un verso de  la  existencia escondida,
    de   abismos  flotantes   bajo  el  manto;
    fosa  profunda  visible de  cara  pálida.
    Paraje  de  misterio en  cada encuentro;
    siembra   plancton  con  huiros  al  viento:
    rica   savia  de  su  mundo  espectro.

    Hay falacia de historia en su canto marcial:
    El  mar, el  mar, el  mar, volverán…
    Siempre Chile ha limitado su norte con Perú.
    A Tocopilla,  Antofagasta y  Mejillones:
    “nuestros buzos soberanos iban  a mariscar”…

    Es un canto de aleluyas  a  la  par
    e  histórico  genial  e  inmortal
    que  dos  buzos chilenos en hallazgo,
    se  abrazaran  en  el  fondo del  mar.
    El  recodo  es  lugar de testigo.
    Será un hito memorial de su gente:
    en  Chile hermoso,  paraje tan largo,
    fauna  y   flora   geográfica  austral.

    El abrazo reflotará a visión de cielo,
    alas  extendidas con trinos  y  posadas;
    una  boya emergerá con loas de bandera
    en  Quinteros a  la cuadra de  Los Vilos.
    Su leyenda: “un abrazo en la sima,”
    perfumado en ambiente de sal,
    será   ofrenda  en cada  primavera:
    con  gloria  en   toda  la  mar chilena.



    Pero fue posible y cierto el abrazo en un recodo del mar. Un buzo  sureño desguazador de barcos  zozobrados  en una tarde primaveral de cielo limpio, caminando a paso lento como un robot, entre los puertos de Quintero y Los Vilos, sorprendido de tantas burbujas caminó al encuentro del  buzo mariscador que laboraba en la extracción de locos, apreciado molusco de habitual consumo en restaurantes chilenos. En el encuentro inédito bajo el mar compartieron su alegría con un abrazo  efusivo en  nuestro mar largo y extendido que tranquilo nos baña. Fuente información, entre otras. Diario electrónico El Observador, martes 06 Diciembre 2011. Quillota-Chile.